Foto: (cc) wvs
Algo pasó 4 días atrás.
Me llamaste y sonabas algo preocupada, no entendí bien qué pasó porque el día anterior te vi alegre. Querías verme y yo como siempre también quería verte. No se por qué elegiste ese lugar, pasaban muchos autos y después de saludarme algo distraída comenzó a llover copiosamente. Comenzaste divagando y hablándome temas de tu trabajo. La lluvía, que pronto se tornó en tormenta, no aminoró el paso de tu conversación unilateral. No pasó mucho rato para que el ruido de la lluvia sobre ese tejado de zinc y el paso de los autos junto a nosotros me impidieran por completo oír tu acalorado discurso. Te veía gesticular y hablar rápidamente. Siempre ha sido complicado tratar de entenderte, saber qué es lo que quieres y esperas de mi y de la vida. Por momentos te quise hacer callar, cubrir con los dedos tu boca y luego abrazarte. Abrazarte hasta hacer desaparecer a la gente, la lluvia, el ruido, los autos y todo lo que nos rodeara. Quería que sólo fuésemos tu y yo en aquel mundo de contrastes, pero tuve miedo. Tuve miedo que por primera vez aceptaras que mis manos heladas acariciaran tu rostro, tuve miedo a la incertidumbre de un futuro que nunca quise planear. Te tuve miedo a ti.
Lee el resto de esta entrada »